05. La Segunda Casa
No pasó mucho tiempo sin que Mike notara que se había producido un cambio respecto a lo que había estado acostumbrado hasta entonces. Avanzaba fácilmente por el camino, y nunca pensó que podría presentársele algún tipo de elección en cuanto a qué dirección tomar. Además, estaba desconcertado porque de un modo intuitivo tenía la sensación de ser observado.
Pudo ver claramente que a lo lejos se presentaba una situación problemática: había una bifurcación en el camino que le obligaría a elegir entre dos rumbos a seguir para llegar a la siguiente casa. Se encogió de hombros y se detuvo, observando lo que había más adelante.
«¿Qué es esto?», pensó. «¿Cómo se supone que he de conocer el camino en esta extraña tierra de ángeles y casas de colores?» Mike no esperaba obtener respuestas, dado que las preguntas eran retóricas y las había formulado sólo para sí mismo; no obstante, se preocupaba. En ese preciso momento, se acordó del mapa.
Se sentó a la orilla del camino. Había puesto el mapa en la misma bolsa en la que llevaba el pan, y estaba a punto de sacarlo cuando casi cayó desmayado a causa del mal olor que se desprendía del interior de la bolsa. «¿Qué es lo que se está pudriendo ahí dentro?», se preguntó.
Olía tan mal que Mike estuvo a punto de no querer averiguar cuál era la causa de semejante pestilencia. Indudablemente, era un olor orgánico, por lo que dedujo que se trataba del pan; y no se equivocaba.
Con cuidado, Mike sacó el mapa de la bolsa, dándole el trato adecuado, ya que era un preciado regalo, y con la esperanza de que el olor no hubiera dañado el objeto sagrado pero aparentemente inútil. El mapa estaba entero, pero el pan y los bollos, no. Michael vació el contenido de la mochila en el suelo y se estremeció ante lo que vio.
Allí estaban, podridas, las sobras del pan y de los bollos, como si hubieran estado colgadas a la intemperie en una lluviosa selva tropical. Los pútridos restos estaban cubiertos de moho, y Mike descubrió los primeros y únicos insectos en esa tierra sumamente extraña, y los había a miles. ¡Parecía un criadero de gusanos! Mike dejó caer la bolsa y se levantó de un salto. «¡El pan no se pudre!», pensó. «¡Y aquí no hay carne muerta!» «¿Cómo es posible? Además, sólo hace unas pocas horas que he dejado la casa azul. ¡Ni siquiera la carne podría descomponerse de una forma tan contundente. ¿Qué está pasando aquí?».
Tapándose la nariz, Mike se acercó para observarlo con más detenimiento. En el suelo, la masa negra hervía de gusanos y seguía degradándose ante sus ojos. Observó cómo las pequeñas y repugnantes criaturas devoraban los restos de la asquerosa masa descompuesta. ¡Y así sucedió con la totalidad de los restos! Ante este espectáculo, a Mike se le revolvió el estómago y giró la cabeza para evitar tan repugnante visión. En ese momento, le llamó la atención algo que estaba detrás suyo.
«¡Sí, hay algo ahí!». Sabía que anteriormente había visto algo verde y confuso que desaparecía de su vista y se camuflaba entre los matorrales. Mike sintió los escalofríos que recorrían de arriba a abajo su espalda. Intuitivamente, era consciente del peligro al que se exponía si daba marcha atrás para ir a ver qué era aquello, así que no se movió. ¿Una bifurcación en el camino? ¿Un animal o criatura o lo que fuera que quizá le estaba siguiendo? ¿Qué estaba sucediendo en ese lugar sagrado? ¿Qué era lo que le había ocurrido al pan?
Mike se volvió para mirar de nuevo la abominable asquerosidad que se apilaba en el camino, ¡y entonces se dio cuenta de que estaba viendo un montón de polvo! Ya no había ni gusanos, ni pan, ni hedor. Todo había vuelto regresivamente a sus orígenes básicos, y el suave viento que soplaba estaba empezando a dispersarlo.
¿Qué significaba todo aquello? Mike recordó que el ángel le había advertido que no guardara ningún alimento. ¡Pero él no había pensado que esto también era aplicable a cualquier tentempié para el camino! ¿Sería que lo que había en las casas era diferente, en cierto modo, y no podía conservarse durante el viaje? Miró el mapa con preocupación, sosteniéndolo con cuidado para no tocar a algún gusano que pudiera quedar. El mapa estaba absolutamente limpio, tal como lo había colocado en la bolsa. Mike no podía entender que no estuviera contaminado a pesar de haber estado guardado junto con la comida. Entonces decidió hacer otra prueba: cogió la bolsa y la olió, no sin cierta vacilación. No quedaba rastro de la horrible pestilencia que había agredido su olfato hacía apenas unos minutos. Mike no tenía la menor idea de lo que había ocurrido, pero aprendió una valiosa lección: durante su viaje, jamás volvería a llevarse comida de ninguna casa.
De nuevo, ¡vio que algo se movía a su espalda! Las alarmas empezaron a dispararse en su cabeza. ¡Ponte en marcha! Mike se sintió desesperado, e instintivamente desenrolló el mapa con la esperanza de encontrar en él una pista para decidir qué camino de la bifurcación seguir. En el mapa aparecía otra vez el punto rojo con la inscripción «Estás aquí», mostrando simplemente la posición actual de Mike y nada más. ¡La bifurcación ni siquiera aparecía en el inútil objeto!
–¡Maldición! –exclamó Mike en voz alta. Evidentemente, el improperio estaba completamente fuera de lugar en esa tierra, pero reflejaba la frustración que Mike sentía.
–¡Vaya mapa que me has dado, Azul!
Una vez más, Mike detectó movimiento a su espalda. ¿Esa cosa, o lo que quiera que fuese, se estaba acercando? ¿Por qué no podía verla? ¿Cómo podía moverse tan rápido? ¿Qué era? En ese momento, los sensores de alarma en el cerebro de Mike señalaban alarma de pánico, por lo que se levantó de un salto y se puso a andar hacia la bifurcación, vigilando a menudo por encima del hombro. Pero la fugaz sombra no dio señales de vida. ¿Cómo podía saber con tal exactitud el momento preciso en que Mike miraría hacia delante? Cada vez que lo hacía, Mike aceleraba el paso y avanzaba a gran velocidad. La presencia que lo perseguía siempre se adecuaba a su ritmo. Los trescientos metros que le separaban de la bifurcación los cubrió a una velocidad mayor que la que había desarrollado desde el inicio de su viaje por esa enigmática tierra. Se sentía aterrorizado.
De este modo, llegó rápidamente a la bifurcación, jadeando debido tanto al esfuerzo por mantener un paso veloz como a su miedo. Llegó al cruce de caminos sin ningún indicio sobre qué dirección tomar, sintiéndose muy turbado por la indecisión. Se quedó inmóvil en la encrucijada, lleno de pánico, y gritó desesperado hacia las nubes:
–¡Azul! ¿Qué camino tomo?
En realidad, Mike no esperaba que Azul le respondiera, así que se quedó conmocionado cuando la suave voz que parecía emanar de su cabeza le respondió:
–¡Rápido, Michael, usa el mapa!
Mike no estaba de humor para cuestionar si la petición era rara o ilógica, así que repitió exactamente la misma acción de antes: desenrolló el mapa tan rápido como pudo y constató que el punto rojo con la inscripción «Estás aquí» indicaba el mismo lugar en el centro del mapa. Pero... ¡Un momento! ¿Qué era eso que estaba ahí? Mike acercó el mapa para examinarlo con más detalle, y varias gotas de sudor cayeron bre el pergamino.
¡El punto mostraba ahora la bifurcación! Dado que en preciso momento Mike se encontraba en la encrucijada, el mapa estaba actualizado. La mente de Mike no se detuvo para captar el humor que había en el significado que el ángel le había dado a la palabra. Se acercó el mapa todavía más para examinarlo y vio que ahora, junto a la encrucijada, ¡había una flecha señalando claramente hacia la derecha!
Mike no vaciló; echó a andar mientras enrollaba el mapa, y tomó el camino de la derecha, que ascendía por una pequeña colina. Siguió vigilando, mirando atrás con frecuencia, porque percibía, sabía, que su perseguidor estaba escondido en algún lugar cercano. La indefinida figura verde saltaba rápidamente de rocas a arbustos, y ajustaba su paso al de Mike, acelerando cuando éste aceleraba. Mike respiró aliviado cuando llegó a lo alto de la colina, porque divisó una casa a lo lejos. Sintió que la salvación estaba al alcance de su mano. Sin dejar de vigilar lo que estaba a su espalda, aceleró el paso y bajó corriendo por el camino que le llevaba al lugar donde sabía que encontraría seguridad, refugio y comida.
¡El ente vil y siniestro que perseguía a Mike estaba furioso! Si Mike hubiera estado dudando un poco más de tiempo, ¡Eso lo habría alcanzado! Estaba furioso porque había desperdiciado una buena oportunidad, y se situó entre las copas de los árboles que estaban en el exterior de la casa en la que Mike acababa de entrar, que era de color naranja brillante. Aposentado allí, el repugnante ser se dispuso a esperar pacientemente. Sería una larga espera, pero a Eso no le importaba.
El ángel esperaba a Mike en el interior de la casa, justo frente a la entrada. Mike casi se emocionó cuando «Naranja», que es como decidió llamarle, le habló por primera vez.
–¡Bienvenido, Michael Thomas de Propósito Puro! Te esperábamos.
–¡También yo te doy la bienvenida! –dijo a su vez Michael con la esperanza de no mostrar el alivio y la falta de aliento que estaba experimentando, aunque su voz era temblorosa. Se contuvo para no abrazar al enorme ser de color naranja que estaba frente a él, y se sintió muy contento de estar nuevamente protegido.
–Ven conmigo –le pidió su anfitrión naranja mientras le conducía al interior de la «Casa de los Fones y de los Instrumentos». Mike se cercioró de que la puerta quedara cerrada y le siguió. Todavía estaba jadeante y tembloroso por la experiencia que acababa de vivir momentos antes. Seguía sintiendo miedo y se planteaba muchas preguntas acerca de esa tierra de asombrosos contrastes.
El ángel era esplendoroso como sus antecesores. Una vez más, Mike quedó impresionado por su elevada estatura y por la gran bondad que irradiaba. Esta entidad le hacía sentirse querido y acogido, de igual modo a como le había sucedido con todas las que había encontrado hasta ahora. «Me pregunto si todos ellos están hechos de lo mismo», reflexionó.
–En realidad, todos somos de la misma familia –le comentó el ángel.
Mike se sintió mortificado por haber olvidado tan rápidamente cómo funcionaba la comunicación con esas criaturas espirituales. Sólo pudo decirle: «Lo siento». Naranja se volvió, se detuvo y ladeó la cabeza de una manera burlona mientras Mike observaba su rostro.
–¿Lo sientes? –hizo una pausa–. ¿Por qué? ¿Por honrarme en mi magnificencia? ¿Por sentirte amado? ¿Por preguntarte quiénes somos? –El ángel sonrió–. Solemos tener muchos huéspedes, Michael Thomas. De todos los que han visitado esta segunda casa eres, hasta ahora, el que ha formulado el menor número de preguntas.
–El día es joven –dijo Mike suspirando. Quería interrogar al ángel sobre el miedo y posterior pánico que había sentido unos momentos antes. ¿Qué lo estaba siguiendo? El ángel sabía que formularía esa pregunta.
–No puedo decirte lo que deseas saber, Michael –respondió el ángel.
–¿No puedes o no quieres? –preguntó Mike respetuosamente. Sabía que la pregunta era retórica y prosiguió–: Sé que lo sabes. –Mike dudó y entonces probó a bombardearlo con una seré de preguntas–. ¿Por qué no puedes hablarme de ello? –inquirió.
–Tú sabes más al respecto que yo –replicó el ángel.
–¿Cómo es eso?
–Aquí, las cosas no siempre son lo que parecen.
–¿Estará ahí fuera cuando yo salga?
–Sí.
–¿«Eso» pertenece aquí? Parece estar fuera de lugar en este ambiente espiritual.
–Tiene el mismo derecho que tú a estar aquí.
–¿Puede hacerme daño?
–Sí.
–¿Puedo defenderme?
–Sí.
–¿Me ayudarás?
–Para eso estoy aquí. –El ángel permaneció en silencio cuando Michael interrumpió súbitamente su interrogatorio.
Las respuestas de Naranja le confirmaron que el ángel lo sabía todo. Empezó a relajarse. «Si él sabe de qué va la cosa, entonces, potencialmente, hay más cosas que yo puedo saber. Seré paciente, porque estoy seguro de que me será revelado a medida que vaya avanzando. Parece ser que es así cómo funcionan las cosas aquí.» De repente, Michael recordó que no había pasado ni una hora desde que había pensado que el mapa era un objeto inútil, y en cómo le había salvado en el momento preciso en que lo había necesitado.
–Dios es muy actual, ¿sabes? –le dijo el ángel casi riendo. Una vez más, había sintonizado con los pensamientos de Michael Thomas.
El ser anaranjado dio media vuelta y le empezó a conducir por las zonas interiores de la casa. Mike lo siguió.
–Estoy empezando a acostumbrarme a ello –comentó Mike mientras le seguía–. ¿Se trata de obtener lo que uno necesita justo en el momento en que lo necesita?
–Algo así–respondió el ángel–. El marco temporal humano de menor vibración es lineal, Michael, pero el tiempo de los ángeles no lo es. –Obviamente, el ángel era otro maestro.
–Entonces, ¿cómo percibís el tiempo?
Mientras iban conversando, el ángel lo iba conduciendo a través de un almacén. ¿Un almacén? Igual que en la casa anterior, el área interior de ésta era enorme. Mike se quedó boquiabierto al observar docenas de hileras de cajas apiladas dentro de una habitación cuyo techo debía de tener unos quince metros de altura.
––Nosotros no tenemos pasado ni futuro –respondió el ángel–. Tu concepto del tiempo se desarrolla en línea recta, y el nuestro es una plataforma giratoria que se mueve en el sentido de las agujas del reloj con el motor en reposo. Nosotros siempre podemos ver toda la extensión de nuestro tiempo, ya que siempre está debajo de nosotros, por lo que invariablemente nos encontramos en el «ahora» de nuestro tiempo. Siempre nos movemos alrededor de un centro conocido. Dado que I el desarrollo de vuestro tiempo es recto, e invariablemente os i movéis hacia delante, nunca llegáis a experimentar plenamente el presente. Miráis hacia atrás y veis dónde habéis estado; miráis hacia delante y veis hacia dónde vais. Perro no se os permite experimentar un tipo de existencia de ser. En cambio, experimentáis una existencia de hacer. Forma parte de vuestra vibración inferior, y es apropiado para vuestra dimensión.
–Eso podría explicar vuestro mapa –dijo Mike, recordando que el punto rojo con la frase «Estás aquí» estaba siempre en el centro, y que los sucesos de su nueva existencia parecían entrar y salir de un punto concreto. Mike pensó para sí:
«Es exactamente lo contrario de cómo funciona un mapa humano».
–¡Exacto! –dijo Naranja por encima del hombro mientras seguía andando–. En vuestra estructura del tiempo, el mapa es conocido y el ser humano es el que se mueve. Esto se debe a que percibís el tiempo y la realidad como una constante, y al humano como la variable. Cuando os acercáis a nuestra estructura temporal y a nuestra vibración, el ser humano es la constante y el mapa (o realidad) es la variable.
Ciertamente, Mike tenía que reflexionar sobre ello. Era difícil de entender pero, en cierta manera, le era familiar. La experiencia vivida en la bifurcación cercana a la casa naranja le había mostrado el exacto valor de su mapa espiritual, aunque fuera diferente de todo lo que él hubiera podido esperar. Sabía que la próxima vez que tuviera ante sí una disyuntiva del mismo tipo no se preocuparía por ello hasta que se encontrara verdaderamente frente a la bifurcación; entonces, el mapa funcionaría.
Al igual que Azul, Naranja condujo a Mike a través de muchas zonas de gran belleza y ornamentación, recorriendo el camino hacia el área de hospedaje, alimentación y descanso. Sin embargo, esta espléndida casa contenía cajas de almacén membreteadas, en lugar de las casillas membreteadas de la Casa de los Mapas. También aquí los nombres estaban escritos en los mismos extraños caracteres de apariencia árabe, ininteligibles para Mike, pero él supuso, acertadamente, que en alguna parte de esa sala había una caja de embalaje con su nombre escrito, y que pronto la vería.
–Éstas son tus habitaciones –le dijo Naranja–. Empezaremos mañana. Tus comidas se te servirán en la habitación que está a la izquierda, y puedes asearte en la habitación de la derecha. Ahora te espera una comida preparada.
Dicho esto, Naranja abandonó la habitación de Mike cerrando la puerta tras de sí. Mike observó la puerta cerrada, y pensó para sí: «Podrás ser un ángel, pero tus modales dejan mucho que desear». El ángel ni siquiera había tenido un gesto de despedida. «Supongo que no puedo esperar que ellos comprendan a fondo la naturaleza humana.»
Igual que en la otra casa, Mike comió como un príncipe. Prácticamente devoró la deliciosa comida, y se quedó boquiabierto al ver la gran belleza artesanal de los utensilios de madera. Se sentía extraño por dejar los platos sucios para que otros los lavaran, aunque recordó cuánto odiaba esa tarea. Sabía que, aunque no pudiera verlos, debía de haber otros seres que se encargaran de esos menesteres. «¡Qué combinación más extraña!», observó. «Un lugar angélico, pero que también tiene que atender a aquellos que están en una vibración humana más baja que la suya.»
Mike empezó a hacerse preguntas sobre el sistema de alcantarillado, y entonces se quedó atónito al descubrir algo sorprendente: ¡Llevaba varios días sin ir al lavabo! ¡Ni siquiera había un lavabo! Las casas tenían zonas de aseo para Dañarse, pero nada más. Se dio cuenta de que, a partir del momento en que pasó por el umbral de la puerta que iniciaba el camino, ¡no había experimentado la humana «llamada de la naturaleza»! Algo estaba ocurriéndole a su cuerpo en esta tierra llena de sorpresas. No le preocupaba eliminar... pero era, ciertamente, una extraña sensación.
óóó
A la mañana siguiente, Mike se sintió lleno de energía. Desayunó fruta fresca y diversos panes, paladeando el increíble sabor de los magníficos alimentos. Examinó la comida angélica y percibió que era un tanto distinta, por lo que pensó que debía interrogar a Naranja al respecto.
–Está en nuestra estructura temporal –le dijo Naranja alegremente desde la puerta de la habitación. El ángel acababa de llegar y había captado los pensamientos de Mike, a quien continuó explicando–: Esta comida no puede existir en una vibración más baja y contiene atributos espirituales que son interdimensionales. Ésta es la razón por la que no deja residuos en el organismo humano, Michael, y también es la explicación a que no pueda ser almacenada. Para ella no existen tampoco el futuro o el pasado. Fue creada momentos antes de que te la comieras, y no se conservará si intentas sacarla de aquí.
–Ya descubrí esa particularidad –dijo Mike, recordando la repugnante masa podrida en el suelo del camino que conducía a la casa Naranja; había estado a punto de causarle problemas.
El ángel le condujo fuera del recinto de hospedaje y se encaminaron hacia una enorme arena circular bien iluminada, donde había varias cajas de embalaje abiertas y unos cuantos bancos anaranjados, distribuidos con la finalidad de que los humanos se sentaran a descansar. También había otras cosas:
una especie de altar, un poco de incienso, y algunos paquetes de extraña apariencia.
–Bienvenido a la Casa de los Dones y los Instrumentos, Michael Thomas de Propósito Puro –dijo el ángel mirándole–. Por favor, siéntate, porque pasaremos aquí un buen rato.
Ése fue el inicio de una larga serie de sesiones de enseñanza. Estaría seguida de un período aún más largo dedicado a sesiones de práctica y evaluación respecto al uso de los dones y los instrumentos en una nueva vibración espiritual. De esta manera, Mike permaneció más de tres semanas en la casa de color naranja.
–Poco a poco estás elevando tu vibración, Michael Thomas –le dijo Naranja en repetidas ocasiones durante todo el proceso de aprendizaje–. Éstos son los dones y los instrumentos que se te prometieron para ayudarte a realizar esa tarea. Te pertenecen debido a tu propósito. No podrás entrar en las siguientes casas sin saber cómo funcionan, y mucho menos llegar a casa si no eres un experto en su uso.
Mike prestó mucha atención. Sabía que se trataba de una preparación para regresar al hogar y recordó que se le había dicho que le capacitarían para ello. Naranja desenvolvió muchos dones mientras Michael lo observaba. Algunos de ellos parecían estar hechos de un cristal extraordinario y, mediante la ceremonia y el propósito, fueron colocados mágicamente en el cuerpo de Mike a fin de complementar su poder espiritual. Le dio explicaciones muy completas sobre la función de todos y cada uno de ellos, y Mike necesitó un tiempo para digerir y comprender su significado. A continuación, se le pidió que le explicara a Naranja para qué servían. Esto no fue fácil, ya que gran parte de las pruebas requerían hablar sobre conceptos y usar palabras que eran totalmente nuevas para Mike.
Naranja habló de que los seres humanos llegan al planeta trayendo consigo determinadas cualidades que corresponden a diferentes planos de existencia: las vidas pasadas. Mike había oído hablar de eso, ¡pero no estaba preparado para escucharlo de boca de un ángel! Para él, lo normal hubiera sido que un gurú hindú de largos cabellos tratara el tema, pero, ¿un ángel? Naranja le dijo que las vidas pasadas eran un elemento importante de la condición humana y que las instrucciones provenientes de una vida pasada se llevaban de una vida a otra como lecciones al nacer. Estas lecciones eran conocidas como «karma» o también se las denominaba «reminiscencias» o «experiencias». El karma permitía el aprendizaje humano y, en cierto modo, también ayudaba al planeta.
Así funcionaban las cosas para los humanos, vida tras vida. Naranja le dijo a Mike que, para acceder a una nueva vibración, tenía que deshacerse de algunas de sus antiguas características, entre las que estaban las lecciones kármicas con las que había nacido. En el camino hacia el hogar no había lugar para ellas, del mismo modo que no lo había para la comida podrida que había descubierto en el camino.
Al instante, Mike se visualizó como un montón de carne podrida tirado en el camino: uno que no prestaba atención al maestro. Mike intensificó su interés para no crear esa situación. ¡Qué asco!
Naranja captó los pensamientos de Mike y rió a carcajadas, transmitiéndole su regocijo. Mike se quedó perplejo por lo cerca que se sentía de Naranja. Era un maravilloso maestro y un gran compañero (aunque no supiera que, por educación, se debía decir hola o adiós).
Mike aprendió a dar forma a pensamientos que verdaderamente creaban energía.
–Así es como controlas tu realidad –le explicó Naranja–. Usa tu comprensión y tus sentimientos espirituales para impulsarte hacia situaciones que mereces y has planeado.
Mike no tenía ni idea de lo que eso significaba, pero siguió todas las instrucciones y, al parecer, pasó todas las pruebas. El don del poder espiritual de la co-creación fue introducido en su ser, así como el don para deshacerse de todos sus atributos kármicos provenientes de pasadas encarnaciones. Cada don fue celebrado con ceremonia y verbalización, y cada uno de ellos parecía transmutar de lo físico a lo espiritual mientras era absorbido por el cuerpo de Mike, bajo la dirección y el esmerado tutelaje del gran ángel de color naranja.
¡Mike sintió como si estuviera estudiando para algún sacerdocio sagrado! Cada vez que verbalizaba lo que Naranja le enseñaba, constataba que el ángel realmente podía ver dentro de su corazón. Naranja podía ser muy intenso, y durante esas ocasiones en las que Mike hizo promesas y verbalizó su propósito de obtener ahora este don, ahora este otro, para que le fueran implantados en su centro de poder espiritual, Naranja parecía leer su alma. Al principio, la situación fue incómoda para Mike, pero después se dio cuenta de que Naranja únicamente estaba haciendo una revisión integral de lo que él expresaba en voz alta. Si Mike hubiera fingido, Naranja lo habría detectado inmediatamente y no le hubiera dejado seguir adelante.
Finalmente, después de un período de dos semanas, todos los pequeños paquetes ya habían sido abiertos, explicados e integrados en el Yo espiritual de Mike. Entretanto, había pasado todas las pruebas, entre las que había una especialmente difícil: Mike tenía miedo de los espacios reducidos y cerrados; no sabía por qué, pero desde niño se percató de que siempre le sobrevenía un ataque de pánico cuando se encontraba confinado en un espacio tal. Uno de los dones que le otorgó Naranja consistió en el poder de superar esa fobia. Mike expresó su intención y llevó a cabo la ceremonia. Naranja le explicó que la sensación de pánico que sobreviene cuando se está en espacios cerrados no era otra cosa que un remanente kármico, y que deshacerse de él significaba deshacerse de muchas otras experiencias de vidas pasadas que Mike había traído a su actual encarnación.
Varios días después, durante el período de capacitación, abrieron una gran caja. En vez de que algo saliera de ella, Naranja le pidió a Mike, de una manera muy cariñosa, ¡que se metiera en ella! Cuando Mike estuvo dentro, el ángel cerró la tapa y él se quedó acurrucado en la oscuridad del contenedor. Escuchó el golpeteo inquietante de cada clavo mientras Naranja aseguraba la tapa. Y ahí se quedó, en medio del silencio y de la oscuridad.
Mike podía oír claramente su respiración, siendo muy consciente de que estaba en una situación sumamente incómoda. Incluso podía escuchar los latidos de su corazón. Naranja ni siquiera le dio una explicación: era otra prueba en la que Mike no podía fingir.
Durante unos diez segundos, el corazón de Mike se aceleró al recordar su problema. Entonces, en el momento preciso en que todo su cuerpo debería haber empezado a temblar de pánico, la sensación de claustrofobia se desvaneció completamente y Mike se relajó. Se dio cuenta, con gran satisfacción, de que el don había funcionado, y que al principio su cuerpo había reaccionado como siempre había hecho antes, pero su nuevo espíritu lo había detenido. La paz lo invadió, y Mike se cantó a sí mismo varias canciones. Finalmente, se quedó dormido. Una hora más tarde, el ángel Naranja, encantado, abrió la caja y dejó salir a Mike.
–Eres extraordinario, Michael Thomas de Propósito Puro –le dijo el angelical ser sonriendo de oreja a oreja. Mike pudo ver el orgullo reflejado en los ojos de Naranja–. No todos consiguen llegar hasta aquí.
Fue la primera vez que Mike tuvo plena conciencia de que formaba parte de un grupo de personas que también habían pedido el camino de regreso al hogar. Este hecho se había evidenciado varias veces antes pero, hasta ahora, Mike no había visto lo que esto implicaba. Más de una noche reflexionó sobre ello, mientras Naranja seguía incorporándole dones y empezaba a sacar las grandes herramientas. Durante la tercera semana de capacitación, Naranja sacó la gran caja.
–Son tres los instrumentos que precisas para tu viaje –enfatizó Naranja. Dicho esto, fue hasta donde estaba una caja especial y la abrió. Cada vez que Naranja abría un paquete o una caja, Mike esperaba expectante, sentado en el banco, preguntándose cuál sería el próximo objeto mágico que le ayudaría a aumentar su sabiduría, su conocimiento o su poder espirituales. Pero no estaba preparado para ver lo que Naranja le iba a dar.
El ángel estaba de espaldas a Mike, de modo que a éste le fue imposible distinguir qué había sacado de la caja. Cuando el ángel se volvió hacia él para mostrarle la primera herramienta, lo único que Mike alcanzó a ver fue un destello plateado. ¡No! ¡Era increíble! ¡Naranja sostenía una inmensa espada!
–¡He aquí la espada de la verdad! –exclamó el ángel Naranja mientras mostraba el arma a Michael Thomas.
Cuando el ángel la sostuvo parecía grande, pero cuando pasó a las manos de Michael dio la impresión de ser enorme
Era sumamente pesada y difícil de manejar. Mike no podía creer lo que estaba sucediendo y, dirigiéndose al ángel, exclamó admirado:
–¡Esta espada es real!
–Tan real como los otros dones –afirmó Naranja–. Y es solamente uno de los tres elementos extemos que llevarás contigo cuando reemprendas el trayecto a las cuatro casas siguientes.
Michael sostuvo la espada un rato mientras la examinaba, admirado de su belleza. Sí, su nombre estaba escrito en ella, tal como había supuesto. El arma estaba profusamente adornada con elaborados diseños en relieve, y todos ellos contenían un gran significado espiritual. El mango era largo, y la empuñadura era una piedra de color azul cobalto brillante. Era un objeto magnífico... y muy afilado.
–Intenta esgrimirla –le pidió el ángel.
Michael lo hizo y ¡la espada casi se movía sola! El inesperado poder del arma provocó que Mike diera un traspiés y cayera hacia delante. Se sentía estúpido y torpe mientras se levantaba para realizar otra tentativa. Naranja le cogió la mano para hacerle desistir.
–A ver si esto te ayuda.
El ángel fue de nuevo hacia la caja y extrajo un objeto de su interior. Al hacerlo, el objeto también desprendió un destello plateado. ¡Era un enorme escudo! Mike movió la cabeza con incredulidad. «¿Qué significa todo esto? Es verdaderamente extraño. ¿Dones espirituales esas armas de guerra? ¿Me están preparando para una vida pasada en Camelot?».
–Nada es lo que parece, Michael Thomas de Propósito Puro. –Naranja se puso frente a él llevando el escudo entre las manos, y respondiendo al confuso estudiante–. Prueba esto.
Naranja le mostró a Mike cómo colocarse el escudo en el brazo utilizando una bandolera, y le dio algunas indicaciones respecto a cómo equilibrar el peso de la espada y el escudo, pues el peso de cada uno era complementario del peso del otro. Y esto hacía posible blandir la espada sin caerse; por lo tanto, era muy necesario aprenderlo.
–Michael –dijo el ángel–, el escudo representa el conocimiento del Espíritu. Si lo juntas con la verdad, ¡el equilibrio es todopoderoso! Las tinieblas no pueden existir donde hay conocimiento. Los secretos no pueden sobrevivir en la luz, y ésta será creada cuando la verdad sea revelada mediante el examen del conocimiento. No existe una combinación más grande que ésta. Y ambos deben usarse juntos.
–¿Hay algo más en la caja? –preguntó jocosamente Mike, tambaleándose por el peso del escudo y la espada.
–¡Es extraño que lo preguntes! –comentó Naranja, y se dirigió de nuevo a la caja, mientras lo observaba un incrédulo Mike. El ángel cogió un objeto que era aún más grande que los otros dos, y también de color plateado.
–¡He aquí la armadura! –exclamó el ángel Naranja, muy divertido y casi riendo al ver la expresión incrédula de Mike.
–¡No lo entiendo! –dijo Mike mientras se sentaba de golpe en el banco–. ¿Cómo esperas que pueda llevar encima todo esto a la vez?
–A base de práctica –le respondió el ángel–. Mira, déjame que te haga una demostración.
Naranja cogió la espada y el escudo, y ayudó a Mike a ponerse la armadura, que era pesada y muy ornamentada; una especie de vestimenta ceremonial que le cubría el torso adaptándose tan perfectamente a su cuerpo como si hubiera sido moldeada en él. ¡Su confección era perfecta! Naranja cerró los broches y le colocó a Mike una bandolera con una vaina especial para la espada de la verdad. Después le enseñó cómo llevar el pesado escudo sujeto a la espalda con un soporte, para poder transportarlo mientras viajaba. Cuando todo estuvo listo, el ángel volvió a colocarse a una cierta distancia.
–Michael Thomas de Propósito Puro, ahora posees la tríada de herramientas que te permitirán pasar a una nueva vibración. Ya tienes la espada de la verdad, el escudo del conocimiento y, finalmente, la armadura del Espíritu, denominada «manto de Dios», que representa la sabiduría que es necesaria para poder utilizar adecuadamente los otros dos instrumentos. Mañana emprenderás tu viaje convertido en un guerrero de la luz. En la tríada reside un gran poder. ¡Nunca uses sus elementos por separado!
Naranja ayudó a Mike a quitarse las armas y le condujo de nuevo a su habitación. Una vez allí, Mike se lavó, comió y se dispuso a dormir aunque, ya en la cama, pasó un buen rato cuestionándose todas las incongruencias que detectaba en esta gran tierra. Se quedó dormido con muchos pensamientos contradictorios en su mente.
Por la mañana, Mike ya estaba de nuevo en la sala de instrucción. Durante varios días, Naranja le entrenó, enseñándole cómo usar las armas con cierta destreza. La primera práctica trató sobre el equilibrio. El ángel hizo que Mike subiera y bajara la escalera corriendo, ataviado como si fuera a librar un combate, con la espada desenvainada y blandiendo el escudo. También le enseñó cómo caer y cómo levantarse rápidamente, usando el escudo como contrapeso. A lo largo del entrenamiento, Mike notó que, a pesar de ser utilizados, los instrumentos no se ensuciaban nunca ni mostraban marcas o señales.
Con la armadura puesta y llevando las armas, corrió, anduvo, practicó giros, y llevó a cabo todo tipo de acciones y movimientos, excepto practicar combates. Gradualmente, Mike fue adquiriendo una sensación de equilibrio, y a medida que pasó el tiempo, se repitió una extraña situación: Por la noche, cuando se quitaba el atavío de combate, Mike no sentía la sensación de alivio lógica por despojarse del gran peso de las armas. Por el contrario, se sentía pequeño, indefenso, ¡y demasiado ligero!
Varios días después. Naranja empezó a impartirle el entrenamiento final, que consistía en aprender a utilizar la espada de la verdad. Mike tenía la expectativa de que Naranja se transformara en una especie de maestro samurai y le enseñara a combatir. Pero tuvo un entrenamiento que no tenía nada que ver con lo que había imaginado.
–Ahora ya estás preparado para aprender a utilizar las armas, Michael Thomas –le dijo Naranja–. Desenvaina la espada.
Mike desenvainó la voluminosa y larguísima espada, y lo hizo con la destreza y el vigor de un orgulloso caballero medieval. El ángel le miró con aprobación, y le pidió:
–Ahora, elévala hacia Dios.
Michael lo hizo.
–Siente la espada antes de expresar tu verdad, Michael Thomas.
Mike no entendía lo que Naranja quería decir con eso. ¿Sentir la espada? Dado que la tenía entre las manos, ¿cómo no iba a sentirla?
–Michael Thomas de Propósito Puro –lo exhortó el intenso ser Naranja–, agarra la espada, levántala tan alto como puedas y expresa tu verdad. ¿Amas a Dios?
Michael ya imaginaba la escena que venía a continuación. ¡Otra vez esa pregunta! Sólo que esta vez se encontraba empuñando una voluminosa arma espiritual que apuntaba hacia el cielo. ¿Esperaban que hiciera algún tipo de discurso? Michael empezó a verbalizar su ya estereotipada respuesta.
–Sí, Naranja, lo amo. Dado que puedes leer en mi corazón... –pero en ese preciso momento, se quedó perplejo y sin poder acabar la frase. ¡La espada había empezado a vibrar! Era como si el arma cantara, y Mike percibió una intensa calidez vibratoria que le recorría el brazo y bajaba hacia su pecho. En respuesta a la situación, el escudo empezó a zumbar, ¡y la armadura también empezó a calentarse!
Le habían entrenado para llevar con facilidad esos utensilios, y ahora ellos, de algún modo, habían cobrado vida debido a su propósito. Sintió que le invadía la sensación de poder que contenían estos elementos que había llevado puestos y manejado. Entonces, recordó que estaba hablando. I
–¡Pues claro que amo a Dios! –Mike empuñó la espada y la levantó hacia el cielo; entonces pudo sentirla vibrar con su propósito pleno de verdad. Se sintió poderoso. Se sintió iluminado. Se sintió capaz de permanecer una hora más allí, portando la pesada y vibrante arma y manteniendo su propósito de regresar al hogar, a donde pertenecía. Sintió vibrar los tres elementos y cantar la nota musical «fa» que resonaba dentro de su corazón. Las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas a medida que iba sintiendo y viendo la propiedad de la ceremonia. Los instrumentos estaban aceptando al organismo de Mike y se estaban integrando dentro de su espíritu. ¡Y su propósito, tan verdadero, era el catalizador de la ceremonia! ¿Así que ésta era la razón de ser de la espada, el escudo y la armadura? Era una metáfora. ¿Qué otra cosa podía ser, sino eso? Ésta era una explicación muy válida para Michael Thomas, porque le había llevado a un nuevo nivel de compromiso y consciencia.
Esa noche, el ángel Naranja y Michael Thomas intercambiaron sentimientos afectuosos. Mike sabía que faltaba poco para el momento de partir. Naranja nunca le enseñó a combatir, y él sabía que era porque las armas eran únicamente símbolos. Mike lo interrogó respecto del hogar y camino. Se preguntaba por qué en esa tierra sagrada y espiritual se enseñaba a manejar las armas de guerra de la Tierra. Naranja eludió hábilmente todas las preguntas que le hizo Mike, excepto aquellas cuya respuesta le estaba permitido saber; con todo, sus respuestas fueron imprecisas.
–Naranja, en la Tierra habrías sido un magnífico político –dijo Mike bromeando.
–¿Qué he hecho yo para que me insultes de ese modo? –Naranja le devolvió la broma.
–Siento que me une a ti un vínculo muy auténtico... –empezó a decir Mike. De pronto se dio cuenta de que se había quedado sin habla. Realmente, no quería dejar a ese gran maestro angélico.
–No digas nada más, Michael Thomas de Propósito Puro. Compartiré contigo un secreto de los ángeles. –Naranja había ideado una revelación exclusiva para Mike; se inclinó hacia éste hasta que los ojos de ambos estuvieron a la misma altura, y siguió hablando:
–Tú y yo somos de la misma familia. No podemos decirnos adiós porque, en realidad, el uno no dejará al otro jamás. Yo siempre estoy contigo y a tu disposición. Ya lo verás... y ahora, ya es hora de que vuelvas a tus aposentos.
Mike estaba conmocionado por la naturaleza franca de la comunicación que había establecido con Naranja. ¿Así que eran de la misma familia? ¿Cómo era posible eso? En ese momento, Mike se sintió ridículo al comprender que Naranja le había escuchado quejarse de que los ángeles nunca se despedían. ¡Qué respuesta le había dado! ¡Qué gran revelación! ¡Qué pensamiento! ¿Así que ellos nunca me dejarán?
Mike recordó, por primera vez desde que había llegado a la casa naranja tres semanas antes, que en la bifurcación del camino Azul le había indicado cómo usar el mapa. Verdaderamente, había oído la voz de Azul dentro de su cabeza.
–¿Conoces a Azul? –le preguntó Mike al ángel Naranja.
–Tanto como a mí mismo –fue la respuesta de éste. Mike calló y se retiró a la habitación que cada vez le gustaba más: el lugar donde comía y dormía. Aunque no se le había dicho nada en concreto acerca de su partida, guardó sus cosas en las carteras y en la bolsa (casi se había olvidado de ellas) y se preparó para continuar su viaje por la mañana. Echó una ojeada a los libros y a las fotos, y suspiró de nuevo por sus experiencias en la Tierra y por lo valiosas que le eran sus pocas pertenencias. Aunque, de algún modo, empezaban a estar fuera de lugar.
Aquella mañana, después del desayuno, un pensativo Michael Thomas apareció en la puerta de la casa Naranja, a donde el ángel del mismo color le había conducido en silencio. Sin embargo, esta vez Mike iba más cargado; llevaba, además de las carteras con libros y fotos, la bolsa con su mapa y los nuevos instrumentos, que se movían emitiendo un sonido metálico cuando él caminaba.
–Michael, ¿estás seguro de que quieres llevar todas esas cosas en tu viaje? –le preguntó el ser Naranja–. Quizá sería mejor que no las llevaras contigo.
–Representan todas mis pertenencias terrenales –respondió Mike–. Las necesito.
–¿Para qué?
Mike consideró la pregunta, pero dejar sus maletas no era una opción.
–Para recordar y honrar mi vida anterior.
–¿Para estar conectado a los estilos de vida precedentes, Michael?
Mike empezaba a sentirse irritado por el cariz de las preguntas. El ángel insistió:
–¿Por qué no me dejas las carteras, Michael? Ya sabes que te quiero, y te las guardaré bien por si alguna vez vuelves por aquí.
–¡No! –Mike no quería escuchar ni un solo comentario más sobre sus carteras. Eran sus pertenencias y quería mantenerlas con él tanto tiempo como le fuera posible. En ese extraño lugar necesitaba algo que le recordase quién era él realmente.
El ángel hizo una inclinación de cabeza. Mike siempre había recibido ese trato. Se percató de que todos los ángeles que había conocido honraban las decisiones que tomaba y jamás cuestionaban sus resoluciones finales.
Esa mañana, Michael Thomas no se despidió del ángel Naranja. De pie en los escalones, frente a ese ser con quien había convivido varias semanas, recordó su explicación respecto al tema.
–Te veré pronto –le dijo Michael, sin creer en lo que estaba diciendo.
Naranja simplemente entró en la casa y cerró la puerta. «No sé cómo pueden hacer eso», pensó Mike para sí. «Nunca hay despedidas, sólo puertas que se cierran.»
Mike echó a andar por el camino en una dirección que no había tomado antes. Hacía cuanto podía por mantener juntas las cosas que llevaba, dado lo agobiante de la carga. Era demasiado cargamento: además de las carteras y la mochila con el mapa, llevaba encima la espada, el escudo y la armadura. ¡Lamentaba tener que portar físicamente esos símbolos de la Nueva Era! ¡ Pesaban tanto! «¡ Vaya negocio más tonto!», pensó Mike secretamente. «Debo tener un aspecto muy ridículo. ¿Realmente serán necesarias estas armas? Nunca las usaré para combatir en ninguna batalla. ¡En realidad, no sabría utilizarlas! Naranja no me lo ha enseñado. Son sólo parte de la ceremonia y confieren una apariencia. ¿No hubiera sido suficiente reconocerlas, sin más?»
Como estaba muy ocupado tratando de equilibrarse mientras caminaba, cargado con su nuevo equipo y sus carteras, se había olvidado por completo del problema que le acechaba en el camino. No se acordaba de que había algo esperándole. Mientras iba por el camino haciendo ruido involuntariamente con los utensilios metálicos que llevaba consigo, tratando de equilibrarlos, y cargando con la bolsa y sus carteras, la fuerza siniestra y oscura, de color verde, le observaba desde detrás de los árboles. La cosa examinó a Mike con un interés renovado. Ya no se trataba del antiguo Mike. ¡Había sido reemplazado por otro que tenía armas y poder! Ya no sería fácil, había que idear una nueva estrategia que pudiera hacer frente a un Michael Thomas con gran poder y franqueza. El tiempo se encargaría de hacer el resto... pero, hasta entonces, el ser oscuro continuaría siguiendo a Mike a distancia, esperando la oportunidad para atacarle. Perpetraba su persecución manteniéndose oculto para no ser detectado, siguiendo el recorrido de Michael Thomas de Propósito Puro. Eso estaba convencido de que ese ser humano nunca llegaría a la puerta final, que ostentaba un rótulo con la palabra «hogar».
No hay comentarios:
Publicar un comentario