12. Entrando Al Hogar
–¡Sostén su cabeza a la izquierda, hacia la bandeja! –pidió la enfermera al auxiliar sanitario–. Está vomitando.
Esa noche, como solía ocurrir todos los viernes, la sala de urgencias estaba llena. Nuevamente, la luna llena lo había alterado todo.
–¿Está consciente? –preguntó el vecino que había acompañado a Mike a urgencias.
El enfermero, vestido de blanco, se inclinó para examinar de cerca los ojos de Mike.
–Sí. Ya despierta –respondió el enfermero de bata blanca–. Cuando ya pueda usted hablar con él, no le permita incorporarse. Tiene un golpe muy feo en la cabeza que hemos suturado con varios puntos, y no queremos que se suelten.
El enfermero salió del cubículo, un espacio limitado por una cortina que se deslizaba por unas guías semicirculares, ofreciendo cierta privacidad a las muchas personas que estaban en la misma sala.
Mike abrió los ojos. Enseguida se dio cuenta de dónde estaba. Había regresado a la Tierra y estaba en el hospital donde había comenzado todo. La iluminación fluorescente que bañaba la zona de urgencias con una luz brillante, estéril, obligaba a Mike a parpadear y a cerrar los ojos. Hacía frío en la sala y Mike sintió la necesidad de abrigarse con una manta. El asistente volvió con una, como si mentalmente hubiera escuchado su petición silenciosa, y volvió a salir enseguida.
–Ha estado usted inconsciente un buen rato –le dijo el vecino, un tanto incómodo por no saber siquiera cómo se llamaba Mike–. Le han dado unos cuantos puntos en la cabeza. No intente hablar.
El hombre dio unas palmaditas nerviosas en el pecho de Mike y salió de la zona encortinada hacia la sala de espera.
Mike se quedó solo. Su cabeza flotaba ante la realidad de lo que había sucedido. ¡Todo había sido un sueño! ¡La vil y fea criatura que había derrotado en la visión había tenido razón desde el principio! Mike había estado en la Tierra todo el tiempo, tendido en el hospital y aturdido –en coma– y ninguna de las cosas maravillosas que había experimentado eran reales.
Mike sintió como si fuera a vomitar de nuevo, esta vez a causa de la cruda realidad de esta situación. Había regresado. El hogar era solamente un sueño imposible, y el país de los ángeles era exactamente lo que el monstruo había dicho: demasiadas tonterías sobre hadas. Nada de todo aquello había sucedido realmente ¡y Mike había permanecido todo el tiempo en el hospital! Nada de lo que había visto o de lo que le habían enseñado tenía ninguna solidez o validez. Cerró los ojos y deseó morir.
La enfermera entró en el cubículo y se inclinó sobre Mike.
Él pudo percibir su sutil perfume entre los olores de los diversos desinfectantes que había en el ambiente. Ella le examinó el vendaje de la frente y le tocó ligeramente.
–Señor Thomas, ¿está despierto?
–Sí –respondió Mike, débil y deprimido.
–Ya puede irse. Le hemos dado unos puntos y hemos puesto unos apósitos sobre la herida. Ahora ya está bien. Puede marcharse tranquilo.
Mike notó una variación en la situación.
–¿Cómo está mi mandíbula? ¿Y nú garganta?
–Están perfectamente, señor Thomas. ¿Había algún problema que no hayamos detectado?
Mike movió la mandíbula y se palpó el cuello bajo la mirada intrigada de la enfermera. Aparentemente, todo estaba en perfecto orden.
–No. Supongo que sólo lo he soñado. –Mike había vuelto a la realidad. Meditó brevemente sobre la situación. –Enfermera, ¿cuánto tiempo he estado aquí?
–Unas tres horas, señor Thomas. La enfermera era amable y sonreía.
–¿Y la cuenta del hospital?
Mike necesitaba enterarse de la situación.
–La cubre una póliza de seguros que tiene contratada el dueño de su apartamento, señor. Tendrá usted que firmar algunos papeles, pero no debe pagar nada.
–Gracias, señorita.
La enfermera salió del cubículo y Mike volvió a quedarse solo. Había algo que no encajaba. Aunque tenía la sensación de que habían pasado ya un par de meses desde entonces, Mike recordaba claramente que el ladrón le había aplastado la garganta durante la pelea. Todas las heridas que presentaba se las habían hecho antes de tener su visión, o sueño, o lo que fuera. Así que nada que hubiera podido soñar podía modificar sus lesiones. Sin embargo, ni su garganta ni su mandíbula presentaban ningún daño. ¿Se trataba de otro sueño? No. Mike se sentía agobiado por la presión que estaba sufriendo su vejiga. ¡Tenía que ir al baño! Esto era una clara manifestación del «regreso-a-la-realidad-elemental» de la Tierra, que solía tener como ser humano real.
Se levantó ignorando el dolor procedente de la herida en la cabeza. Camino del servicio se dio cuenta de que aún llevaba puesta la ropa de calle. Encontró el lavabo enseguida. Era el típico baño de hospital, individual, pequeño, extremadamente limpio y con un fuerte olor a desinfectante. Mike alivió su urgencia y la vivió como una acción poco familiar, como si no lo hubiera hecho durante meses, y le pareció interminable.
Se estaba lavando cuando se vio reflejado en el espejo. Algo había cambiado en su cara. Se acercó al espejo, y miró dentro de sus ojos durante un buen rato, preguntándose qué era lo que estaba viendo. ¡Se mantenía erguido y se sentía bien! Quizá las tres horas de descanso en el hospital habían sido justo lo que necesitaba.
Mike salió andando despacio de la zona de curación y su vecino, que le estaba esperando, fue a recibirle. Mike le miró y le dio la mano.
–Gracias, señor... ehhh... –Mike no sabía el nombre de su vecino.
–Por favor, llámeme Hal, señor Thomas. El vecino se alegraba de ver que Mike se había levantado y se encontraba mejor.
–Hal, ¿te has quedado conmigo todo este tiempo? –Mike sentía curiosidad.
–No ha sido nada, señor...
–Por favor, llámame Mike –le interrumpió Michael.
–Muy bien, Mike. Mi coche está ahí fuera. Vamos a casa. Mike reaccionó instantáneamente ante la palabra casa, sintiendo una punzada en la boca del estómago, como un recordatorio de la triste decepción que su sueño le causara.
–Estupendo, Hal.
Mike estaba sinceramente agradecido. Mientras Hal iba a buscar el coche, Mike firmó los papeles necesarios y después salió a esperarle.
Camino de casa, Mike interrogó a su vecino sobre el incidente. Todo parecía ser tal como él lo recordaba, excepto las lesiones. «¿Me lo he imaginado?», se preguntó Mike.
Una vez allí, se despidió de Hal y le dio nuevamente las gracias por su afable solidaridad. Luego, abrió la puerta de su apartamento del modo acostumbrado, encendió automáticamente la débil luz, entró y cerró.
Se sintió abrumado por los olores y el aspecto, que deberían haberle resultado familiares, pero que en realidad no lo eran. A pesar de que había un gran desorden por arreglar y un estéreo por reinstalar, la pecera no estaba rota como él recordaba. Allí había algo muy incoherente. ¡Sentía como si estuviera de visita en casa de una persona muy pobre y ayudándole a limpiar su habitación! Mike se detuvo a observar todo cuanto le rodeaba.
¡Ese lugar no le pertenecía! ¿Por qué alguna vez creyó que sí? ¿Por qué estaba tan oscuro y sombrío? Tres horas antes era su hogar, y ahora parecía pertenecer a un individuo que provenía de un mundo completamente diferente. ¿Qué estaba sucediendo?
Mike percibió que su conciencia no coincidía con la del hombre que solía vivir allí. Sentía que incluso pensar en dormir allí era extraño e inapropiado. Mike fue a revisar sus cosas en el cajón donde las guardaba. Allí, tal como la había dejado, estaba su tarjeta de crédito, vigente, que nunca había juzgado necesario utilizar. Solía decir: «Comprar a crédito implica gastar mucho dinero. No necesito comprar cosas bonitas». Mike deslizó la tarjeta de crédito en su cartera, y revisó si ésta tenía por lo menos unos cuantos dólares. Recogió algunas pertenencias y algunos artículos de tocador, y finalmente, apagó la luz y salió del apartamento. Sabía que debía volver a recoger sus cosas personales y a buscar a su pez, pero decidió avisar enseguida que dejaba el apartamento. Luego fue al apartamento de Hal y le explicó brevemente lo que pensaba hacer, por si más adelante le necesitaba la policía para redactar un informe.
Tomó un taxi que le llevó a una mejor parte de la ciudad, donde inmediatamente se registró en un buen hotel. Suspiró aliviado mientras miraba el exquisito mobiliario, la brillante iluminación y la decoración ornamental de la zona del vestíbulo. ¡Eso era mucho mejor! Por la mañana buscaría otro apartamento, después de conseguir un nuevo empleo como él se merecía. Mientras Mike cruzaba el vestíbulo para ir a los ascensores, todo el mundo se volvió para mirarle. Mike llevaba implícita una presencia positiva y llamaba poderosamente la atención. Era alguien especial, ¿tal vez una estrella de cine?
Mike se encontraba descansando en su habitación del hotel cuando empezó a cuestionarse qué le había pasado. ¡Se sentía maravillosamente! Se sentía en paz. Tenía la absoluta certeza de que al día siguiente encontraría un magnífico trabajo, y además en sólo un día –incluso en una ciudad como Los Angeles– porque era muy bueno en lo que hacía. Tenía grandes deseos de conocer gente y poder dar de sí mismo. Quizás incluso podría empezar una gran carrera profesional.
Entonces sucedió. Pensó en Shirley, su amor perdido, y no sintió dolor ni la puñalada del remordimiento por haber perdido una relación tan preciosa. Tampoco se sintió patético ni sintió el impulso de esconderse debido a ello. Esbozó una mueca al pensar en la clase de persona que había sido hasta hacía poco. «¡Vaya! ¿En qué estaría pensando para comportarme de ese modo? Ella solamente cumplía con su contrato. Soy tan responsable como ella de lo sucedido.»
¡Demonios! ¿Qué estaba pensando? ¡Pero era verdad! Entonces, hizo algo que le habría mortificado solamente unas horas antes. Cogió el teléfono y marcó el número de sobras conocido. Sonó una primera vez, luego otra, y después, una deliciosa voz femenina se escuchó al otro lado de la línea.
–¿Diga?
–¡Shirley! –Mike se sentía eufórico al escuchar su voz.
–¿Mike? –Shirley no parecía muy contenta de oír la suya.
–Escúchame. Sólo quería asegurarme de que estabas bien, y decirte que me siento verdaderamente bien con todo lo que sucedió entre nosotros.
–¿Mike? ¿De verdad, eres tú? Te oigo muy cambiado.
–Sólo quiero que quedemos como amigos, y desearte que te vaya muy bien en la vida. Te lo mereces, y pienso que realmente eres una chica estupenda.
–¿Mike? ¡No puedes ser tú quien me está hablando!
–Claro que soy yo.
–¿Ya tienes otra novia?
–No, Shirley. De verdad, hablo en serio. Sólo te llamo para decirte que estoy bien, y que te deseo suerte en todo lo que hagas en el futuro. Nos lo pasamos bien, y espero que tengas de mí un buen recuerdo.
–¿Mike, te sucede algo?
–Ahora no puedo decírtelo, pero tal vez lo haga otro día. ¡Adiós!
–¿Mike? ¿Es una broma, verdad?
Mike colgó el teléfono con una maravillosa sensación de serenidad. Había consumado esa parte de su vida y estaba sumamente contento de prescindir de ella. El sonido de la voz de Shirley no le provocó en absoluto sentimientos negativos, sino, más bien, la tranquilidad de finalizar una etapa y la sensación de avanzar hacia delante.
Se sentía extraño. Todo había cambiado. Estaba haciendo cosas que no eran propias del Mike de antes. Captaba la energía del momento y no le preocupaba encontrarse en un hotel, gastando cien dólares por noche. Tenía la absoluta certeza de que podría cubrir los gastos de alojamiento mediante los ingresos del nuevo empleo... ¡que todavía no tenía! Éste no era el Mike de antes. Ahora era un Mike «actual» que comprendía el significado de la autovaloración y el funcionamiento universal de las cosas. Sentía como si hubiera vuelto a nacer, y también experimentaba todos los sentimientos sanos y sólidamente afianzados que acompañan a un hombre que es feliz consigo mismo. De pronto, sintió escalofríos recorriéndole la espalda y, en cierto modo, supo qué significaban. Fue directamente hacia la puerta de la habitación y la abrió. Allí, con el puño en posición de llamar, ¡estaba su amigo John!
–¡Hola, John! –Mike abrazó a su amigo.
–¿Cómo has sabido que estaba aquí? –John estaba perplejo.
–Intuición, supongo. Pasa.
–¡Eres un «tío» difícil de localizar! Me enteré de lo del robo en tu casa y vine a verte directamente en cuanto acabé el tumo de noche. Tu vecino me dijo que estabas aquí. ¿Te encuentras bien? ¿Cómo tienes la cabeza? ¿Cuál es el problema con tu apartamento? ¿Por qué estás en un hotel? ¿De qué va todo esto?
Mike levantó las manos como intentando parar el cuestionario que parecía salir disparado, y sonrió a John.
–John, mi cabeza está bien, y ya no encajo en ese tugurio. Tampoco encajo en el empleo que tengo. Ambos lo sabemos.
John estaba mudo de asombro. Tenía la esperanza de que Mike finalmente se decidiera a dejar ese trabajo, pero no se esperaba encontrarse con que éste se había convertido en un superhombre de la noche a la mañana.
–Michael, ¿qué ha sucedido? ¡Estás muy cambiado!
–Lo sé. No puedo explicarte por qué, ¡pero sé mucho! Y me siento perfectamente armonizado con todo, y tranquilo y lleno de energía respecto a la vida.
John lo estaba absorbiendo todo, y casi no habló.
–Quisiera invitarte a beber algo fresco, pero acabo de llegar. ¿Quieres que vayamos a cenar abajo?
–¿En el restaurante?
–Sí. Invito yo.
–¡Bueno! –John miró intensamente a Mike–. ¡Chico, cómo has cambiado!
Los dos hombres salieron de la pequeña habitación y fueron al elegante restaurante que daba al vestíbulo del hotel. Allí, Mike le habló a John de todo, excepto del sueño. Le explicó que había quedado en paz con Shirley; que tenía planes para encontrar un nuevo empleo, y también la nueva perspectiva que tenía actualmente de la vida. Mike habló con elocuencia sobre el hecho de que la verdad siempre gana, y de cómo el perdón y la integridad crean paz en cualquier vida. Ahora, además de hablar favorablemente de todo lo que antes había criticado, también aceptaba las diferencias de opinión. Comentó a John que un ser humano no tenía que aceptar lo que simplemente se le daba, y asimismo, que una persona podía crear su propia realidad.
John no dijo nada. ¡Estaba totalmente pasmado! Dejó que Mike siguiera hablando durante toda la cena –que fue larga y muy agradable– y que continuara disertando mientras tomaban el postre y, luego, el café. Le parecía estar escuchando una conferencia sobre «cómo sentirse bien», pero le estaba afectando. Todo tenía un perfecto sentido. Finalmente habló, aprovechando que Mike tenía la boca llena.
–Mike, ¿tuviste una de esas experiencias cercanas a la muerte o algo parecido?
John hablaba en serio. Sólo un día antes, Mike tenía una autovaloración que le estaba conduciendo a la indigencia, y que propiciaba que estuviera desanimado y que se recreara en su sufrimiento.
–No, John, yo supongo que tuve una experiencia más bien cercana a la vida.
Los dos hombres rieron, y con ello liberaron la tensión del momento. A pesar de que la situación era cómica, Mike también estaba considerando lo que había pasado exactamente. No estaba preparado aún para afirmar que su visión había sido real, ¡pero se sentía tan bien respecto a la vida!
John no tenía ganas de despedirse, porque se estaba beneficiando de la energía que rodeaba a Mike, y lo sabía. Incluso se había convencido de la necesidad de encontrar un nuevo trabajo. Mike le había inculcado la idea de que merecía más, y estaba de acuerdo con él. Sentía que el entusiasmo de Mike y su recién descubierta personalidad positiva le llenaban de energía. Esta actitud optimista era adictiva ¿Y sus ideas altruistas? Bueno, no estaba muy seguro, pero escuchar no le hacía mal. Mike le hacía pensar que era merecedor de muchas cosas buenas.
Los dos hombres se desearon buenas noches y, de nuevo, Mike le propinó un cálido abrazo a John. Éste se dio cuenta de que Mike nunca lo había hecho antes, y ahora, en una sola noche, lo había hecho dos veces. ¿Qué le había sucedido a este hombre? ¡Qué buen amigo era! Parecía como si Mike estuviera en otro mundo, o que de alguna manera siguiera allí pero lleno de paz y amor por la humanidad en general. No juzgaba y era feliz. ¡Qué tío! ¡Qué cambio!
Mike volvió a la habitación del hotel y se sentó en la cama. ¿Se atrevería a creer, al menos por un momento, que el sueño de su viaje había sido real? Y si lo era, ¿por qué había regresado a la Tierra? Nada parecía encajar. Nada parecía ser lo que se suponía que era. ¿Qué? ¿Las cosas no son lo que parecen? Mike empezó a percibir una presencia inexplicable pero familiar. Su intuición le empujaba a seguir, y su cuerpo le hablaba.
Se levantó y cruzó la habitación dirigiéndose a una silla. Allí hizo algo que le pareció del todo normal. Cerró los ojos, extendió las manos y habló ceremoniosamente en voz alta.
–En el nombre del Espíritu, pido que me sea mostrado lo que necesito saber respecto de esta situación. Lo celebro, aunque no lo comprenda.
Mike guardó silencio, y mantuvo los ojos cerrados. Entonces, todo explotó en un estallido de luz brillante.
Rápidamente, Mike fue transportado a través del portal de dimensionalidad a un lugar preparado para él y exclusivamente para él. Era el lugar sagrado interior designado para la comunicación entre Michael Thomas y el Espíritu, un lugar al que volvería a menudo en sus meditaciones. Allí flotaba en el espacio, totalmente consciente de que estaba nuevamente en un estado de «ensueño». ¿Y si este estado no fuera verdaderamente un sueño?
–No, no lo es, Michael Thomas.
¡Era la voz de Blanco! ¿Se atrevería Mike a abrir los ojos? No quería alejarse de ese lugar, dado que era consciente de encontrarse en una dimensión en la que él era solamente un visitante. No quería que le devolvieran drásticamente a su cuarto del hotel hasta que no estuviera preparado. La voz del enorme ángel siguió escuchándose:
–Éste es simplemente otro estado de realidad modificada. ¿Cuál es más real para ti en este momento, Michael?
–¡Blanco! –exclamó Mike en voz alta.
–Sí, Michael.
–¡Es tan reconfortante oír tu voz! –Mike estaba muy emocionado. Casi gritaba–. ¡Blanco! ¡No fue un sueño! ¡Lo sabía!
–No fue un sueño, Michael.
–¿Qué ocurrió? ¿Por qué no estoy en el cielo? ¿Ha habido un error?
¡Mike estaba muy contento de hablar de nuevo con su amigo espiritual!
–Abre los ojos, Michael. Tenemos compañía. Mike hizo lo que le pedían y gradualmente abrió los ojos. El portal interdimensional permanecía estable, y Mike no fue desplazado de su estado meditativo. Se encontraba flotando en la posición del loto dentro de un espacio de increíble blancura que le recordó a Mike el blanco lugar donde había encontrado inicialmente al enorme ángel del amor. Abajo, pero a su alrededor, había siete entidades formando un círculo. Ante sus ojos empezaron a desarrollarse siete agrupamientos nebulosos de colores. Cada grupo era como una nube de color tenue, que lentamente se condensaba y gradualmente iba tomando forma. Mike sabía lo que estaba ocurriendo, ¡y su corazón saltaba de alegría!
Debajo de él, las siete nubes de sutiles tonos intensificaron su color, y finalmente resplandecieron con esplendor, descubriendo sus brillantes y auténticas personalidades. ¡Allí estaban Azul, Naranja, Verde, Violeta, Rojo, Blanco e incluso Oro!
Equilibradamente espaciadas, las pequeñas nubes crecieron poco a poco y se convirtieron en las sólidas formas angélicas que aparentemente había conocido y con las que había estado el día anterior. Mike se alegró mucho al verles. ¡Sus amigos estaban allí! Se mostró prudente para no romper el vínculo espiritual que lo seguía conectando con su humanidad en la habitación del hotel. De nuevo, Mike estaba en dos lugares a la vez.
Los siete seres angélicos permanecieron en el santuario de Mike unos instantes, con las manos elevadas ceremoniosamente hacia él, en tomo al centro. Mike celebró con ellos. Experimentó un increíble sentimiento sagrado que provenía del círculo, y lo honró guardando silencio. El primero en hablar fue el ángel dorado.
–¡Michael Thomas de Propósito Puro, te damos la bienvenida!
–Y yo, a vosotros –dijo Mike, agradecido y tranquilo.
–¿Qué es lo que deseas saber, Michael?
El ente dorado casi reía. Sabía lo que Mike sabía y por lo tanto interpretaba que éste estaba lleno de inquietud porque deseaba comprender lo que había ido mal. ¿Por qué estaba de nuevo en la Tierra? Esta vez fue Blanco quien respondió a la pregunta mental de Mike.
–¿Será que quizá deseas revisar tu petición original, Michael?
Michael no sabía a qué se refería Blanco, pero continuó callado mientras el gran ángel hablaba. Como en una grabación de vídeo, le presentaron a Mike una reproducción literal de otro punto en el tiempo, la vez en el que Mike había explicado a Blanco lo que creía que era el hogar. Mike escuchó su propia voz.
«Quiero ser amado y estar rodeado de amor. Deseo tranquilidad en mi existencia. No quiero preocupaciones y dificultades en las interacciones con quienes me rodean. No quiero preocuparme por el dinero. ¡Quiero sentirme liberado! ¡Estoy cansado de estar solo! Quiero significar algo para otros seres en el universo. Quiero saber que si existo es por alguna razón, y cumplir con la parte que me corresponde: ser una parte correcta y adecuada del plan de Dios. Verdaderamente, no quiero ser el humano que he sido. ¡Quiero ser como tú!»
Esa era la descripción de Mike sobre sus expectativas respecto al hogar. ¡Ésas habían sido las palabras que había empleado cuando el gran ángel blanco le había pedido que definiera el hogar!
A continuación, fue Azul quien habló:
–Fíjate bien en tu vida, Michael Thomas. Tienes el mapa intuitivo que te permitirá llevar una existencia pacífica, dado que comprendes la contemporaneidad de cómo funciona el Espíritu.
Mike comprendió que Azul tenía razón. No le preocupaba el hecho de encontrar trabajo al día siguiente. Tenía su «mapa», y éste le ayudaría a navegar hacia el sitio correcto.
A continuación oyó la voz del ángel naranja.
–Y los dones y los instrumentos de tu alta vibración en el planeta te mantendrán equilibrado y fuera del drama de los que te rodean, si así lo eliges. Y en el proceso, ¡tienes el poder de matar cualquier cosa negativa que intente o consiga interponerse en tu camino!
Mike sabía que Naranja le estaba diciendo la verdad. No le preocupaba ningún antiguo drama de su vida. El incidente con Shirley había desaparecido de su conciencia, como si nunca hubiera existido.
La voz de Verde fue la siguiente en oírse. Era inconfundible y estaba llena del sentido del humor.
–Tu biología te dará la liberación que necesitas, Michael. Ahora está pletórica de sabiduría y de conocimiento.
Mike nunca se había sentido mejor, y sabía cómo mantenerse en forma. ¡Las enseñanzas de Verde habían sido decisivas!
Luego llegó el tumo de Violeta. Su dulce voz fluyó hasta los oídos de Mike:
–Ahora formas parte del plan de Dios, Michael, con propósito y responsabilidad. Tú creas tu propia realidad, y allí no hace falta volver a tener ni un solo momento de preocupación. ¡La familia te rodea!
Mike sabía que ella tenía razón. Él, ciertamente, crearía su futuro, sin preocupación. Sabía que la familia estaba allí para apoyarle y que siempre estaría en el sitio correcto en el momento adecuado.
La voz de Rojo habló:
–Nunca volverás a ser el humano que fuiste, Michael. Tu propósito te ha cambiado para siempre.
¡Eso también era cierto! Mike nunca podría involucionar. Ya no era el mismo hombre. Su apartamento pertenecía a una persona lastimosa, que ya no existía. Incluso debería deshacerse de la ropa. ¡Mike era un hombre nuevo!
Después se oyó otra vez la voz espectacular de Blanco:
–Eres una parte adecuada y conveniente del plan del Amor, Michael. Se te quiere sin límites, y tienes la capacidad de dar ese mismo amor a otros seres. ¡Aún tienes que darte cuenta del don que tienes ante ti!
¿Qué significaba eso? ¿Por qué Blanco era siempre el único que afirmaba algo que originaba una incógnita?
Por último, escuchó la voz del ente dorado, tan amplia y potente, tan sagrada y tan dulce:
–¿Querías convertirte en un ángel, Michael? ¿Qué aprendiste en mi casa? Tú eres una maravillosa parte de Dios que camina por el planeta con una vibración muy elevada. Un ángel disfrazado, uno de los pocos que incluso lo saben, y que es ungido de Dios.
Era cierto que Mike había pedido ser como los ángeles, sin saber nunca que en realidad lo era.
Súbitamente, todos hablaron como si fueran uno solo, mientras manifestaban simultáneamente un pensamiento a los oídos de Mike.
«Este es el hogar, Michael Thomas. Estás aquí porque lo has pedido. Es el sitio al que perteneces y puede significar una diferencia para el planeta. Cada cosa que pediste está ahora en su lugar. Tú eres un guerrero de la luz. Como Mary, tu equivalente humano, resuenas con la vibración de Dios. ¡Has matado al gigante, has aceptado al ente dorado, y tienes la sabiduría de los siglos!»
Aún había más, y Michael Thomas sabía que sucedería. Los seres angélicos perdieron su forma una vez más ¡y siete pequeñas nubes de tono brillante se fundieron al unísono en una zona vibratoria de brillante luz diamantina! La iridiscencia y destello de la nube era espectacular, imposible de describir con palabras. Los ángeles estaban teniendo un concilio. Mike, intuitivamente, lo sabía. Después de un rato, volvió a escucharlos hablar como si fueran uno solo.
«Michael Thomas, hoy te damos una nueva designación de entidad. Mientras recorrías el camino, eras conocido como Michael Thomas de Propósito Puro. Hoy estás aquí como un graduado, como una entidad de elevada vibración, que no es completamente humana ni completamente angélica. Ciertamente, ahora eres Michael Thomas, el Actual. Esto representa la vibración del "ahora" y es uno de los cumplidos más eminentes que podemos otorgar.»
Mike pensó que todo esto sonaba muy excéntrico, pero sabía que los ángeles honraban muy seriamente su nueva vibración. La espectacular nube diamantina adoptó paulatinamente una forma de diamante que pareció elevarse desde abajo y fluir sobre él, abarcando con una luz refulgente todo el espacio en el que se encontraba. Estaba siendo lavado en el amor, y de nuevo se sintió sobrepasado por la presencia de Dios. Cada una de sus células lo celebró, y su organismo respondió con un brote de sentimiento y agradecimiento apropiado. El sentimiento impregnó cada poro del cuerpo de Mike, y él supo que era hora de volver a la silla del hotel. Los ángeles tenían un mensaje más, y mientras Mike regresaba a su silla de meditación, las palabras de sus energías colectivas resonaron en sus oídos.
«Michael el Actual, se te quiere muchísimo.»
Mike permaneció sentado un rato en la silla del hotel, volviendo de su «viaje» de realización meditativa. ¡Todo lo que había experimentado en las casas de entrenamiento espiritual era real! Las enseñanzas eran precisas y válidas, y el conocimiento y el poder seguían radicando en él, mientras estaba sentado en esa habitación de hotel en Los Ángeles. Analizó el concepto y se preguntó cuántos más habrían como él.
Mike estaba exhausto. Casi se quedó dormido en la ducha, pero finalmente consiguió llegar a la cama. Estaba demasiado cansado para pensar en lo que estaba por venir. Tenía que dormir y lo hizo, muy bien por cierto.
Al día siguiente, Mike estaba listo para afrontar la vida. Salió al balcón del hotel y contempló la zona. No había límite para lo que podía hacer. Verdaderamente, podría originar una diferencia dondequiera que fuese.
Mike sabía que el futuro le tenía reservado mucho, y que tenía mucho por trabajar y mucho por aprender, especialmente cómo integrar su nueva vibración mientras estaba alrededor de la antigua vibración de los otros humanos. No estaba preocupado. Tenía dentro de su alma el amor y la inteligencia de la sabiduría de los siglos. El ángel de su interior se encargaría de esto, y siempre podría saber qué hacer en cada situación.
Encontrar el nuevo trabajo fue incluso más fácil de lo que Mike había pensado. Las grandes compañías necesitan buenos vendedores con integridad, y Mike reflejaba que él lo era con cada palabra y cada actitud. Se había comprado un nuevo guardarropa y había fijado sus metas en un nivel muy alto. Entró en la compañía más importante que intuía que necesitaba sus conocimientos técnicos, pasando por delante de un cartel que decía: «No se necesitan colaboradores». Consiguió el empleo en cuestión de minutos y abandonó el edificio preparado para realizar otra ceremonia enfocada en cómo los humanos pueden crear su propia realidad.
Mike había estado preocupado con la novedad de quién era. El hecho de que esto fuese el hogar, finalmente estaba empezando a ser parte de su conciencia. Su nuevo trabajo estaba asegurado, y había empezado a buscar un lugar dónde vivir. Habían pasado tres días y, una mañana, estando en la ducha, una comprensión súbita le golpeó como una tonelada de ladrillos.
¿Qué era lo que Blanco había asegurado que Mike no había entendido? «¡Michael, todavía tienes que comprender el don que está ante ti!». Los ojos de Michael se llenaron de lágrimas de comprensión. Ese don era el más grande de todos. Sólo podía haberlo recibido como humano, ¡y se había mantenido oculto para él en todos los espectaculares acontecimientos de su pasado en la Tierra! Era trascendental en sus implicaciones, y Mike se arrodilló estando todavía en el cuarto de baño y dio las gracias por la verdad de la revelación. Se estremeció frente al potencial de ésta, y buscó en su memoria la información que necesitaba. Su corazón martilleaba mientras pensaba en todo lo que esto significaba.
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Dejemos a Michael Thomas en este punto de la historia. Michael tiene una búsqueda. Gracias a sus nuevos dones e instrumentos, sabe que no está completo. Su mapa le guiará en la dirección correcta, y su espada interior de la verdad será su luz en la oscuridad, una frecuencia cardíaca vibratoria que resonará con la nota fa y cantará su alegría en el momento adecuado. Mike tiene una imagen nítida, proveniente de la Casa de Blanco, grabada en las células más tiernas de su corazón y de su mente.
Nada podrá impedirle a «Michael el Actual» encontrar un regalo sagrado que le está esperando en el mar de humanidad que le rodea. Su sonrisa es la más grande que el ser humano es capaz de esbozar ante la absoluta certeza de que su búsqueda culminará con éxito: todo lo que tiene que hacer es iniciarla.
Mike se dio cuenta de que le habían dado el regalo de una segunda oportunidad para encontrar algo precioso: el amor de su vida, un contrato tan poderoso que sería como un imán para ambos, incapaces de seguir estando separados en el mismo planeta.
Michael está buscando a una hermosa pelirroja con la piel como el marfil y los ojos como esmeraldas. No sabe el nombre que ella tiene en la Tierra, pero no le importa. La energía de Anolee será como un faro en la oscuridad de su alma.
Pensó en los hijos que aún no habían nacido, y ello potenció su resolución de encontrar a esa flor de su vida.
Había en el aire una electricidad que chispeaba con la energía del propósito espiritual y el amor, lista para realizarse y permanecer preciosa. El olor de la victoria era aromático. La única rosa ya determinada en la vida de Mike estaba a punto de ser encontrada, admirada y amada por su belleza. Su fragancia sería apreciada durante toda una vida: conservada y adorada por su hermosura perfecta y su elegancia natural.
Ella estaba allí afuera, en algún lugar, y Mike iba a encontrarla.
Los ángeles sonreían y sabían que Michael conseguiría su objetivo.
Michael Thomas se encontraba realmente en el Hogar.
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